Quien no se aburre no sabe narrar. Pero el aburrimiento ya no tiene cabida en nuestro mundo. Han caído en desuso aquellas actividades secretas e íntimamente unidas a él. Ésta y no otra es la razón de que desaparezca el don de contar historias, porque mientras se escuchan, ya no se teje ni se hila, se rasca o se trenza. En una palabra, pues, para que florezcan historias tiene que darse el orden, la subordinación y el trabajo. Narrar no es solo un arte, es además un mérito, y en Oriente hasta un oficio. Acaba en sabiduría que nos llega bajo la forma del cuento. El narrador es, por tanto, alguien que sabe dar consejos, y para hacerlo hay que saber relatarlos. Nosotros nos quejamos y lamentamos de nuestros problemas, pero jamás los contamos.
Walter Benjamin: Historias y relatos
Madrid: Muchnik Editores, 2000, p.40
Revista N. Núm. 6. Primera època. Correu, obriu el correu. Any 2003, p. 35
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