Far-li-mas, un narrador contra el peso de las estrellas
por Mario Satz
El sábado 23 de noviembre al mediodía tuve el placer de contar, entre los amigos de Anin, narradores y narradoras, la extraña, fascinante historia de Far-li-mas y su mujer, la princesa Sali, tal como la recogió Leo Frobenius en algún lugar del alto Nilo de boca de un capitán de camelleros en las primeras décadas del siglo XX. La historia en cuestión la recoge, amplía y comenta Joseph Campbell en su monumental ensayo Las máscaras de Dios (vol.1), para indicar que es la matrix narrativa sobre la que irían a tejerse, quizás para la misma época, las incomparables Mil noches y una, como aún se dice en árabe. Es impresionante que en cuatro o cinco páginas de las que emplea Campbell para volver a evocar la historia hallamos tantos temas juntos: la polaridad sacerdotes/poeta-narrador; mujer responsable de la vida/religión obsesionada con la muerte; linajes establecidos encarnando un orden/relatos del narrador borrando las sutiles fronteras del tiempo.
Tras la charla cada uno de los asistentes hizo sus comentarios. Y, como no podía ser menos, los puntos de vista fueron convergentes, piezas de un único puzzle. A todos, comenzando desde luego por mi propia intervención, nos pareció y parece que la historia de Far-li-más representa de modo arquetípico a la figura del narrador, quien no sirve más que al bien de idioma, al misterio unitivo de la palabra, que es de todos y de nadie a la vez. Es cierto, y el relato lo pone en evidencia, que el cuento puede ser narcotizante, embriagador, pero porque su capacidad de relajar, encantar y finalmente adormecer es vista como una cualidad terapéutica, un remedio contra los tiránicos dictados del tiempo. Al igual que en la visión del “falso” Alef que nos propone Borges, la historia de Far-li-mas, quien llegará a ser rey del reino en el que sus cuentos han encantado a todos, acaba mal, pero no por su culpa, sino porque toda civilización conoce su esplendor y su miseria. Sin embargo, esa tristeza final, esa verdad innegable que establece que todo lo que sube y se expande acaba por contraerse y descender, se ve compensaba porque la memoria colectiva conservará los cuentos del narrador por encima de las ruinas y la dispersión de los pueblos.
La jornada del sábado continuó horas más tarde con la “santa” comida en común rociada de vinos, pasteles y acudits de toda procedencia. Pueda, en el futuro, seguir oyendo Anin las voces de todos aquellos que nos dedicamos a custodiar las bellezas y contenidos de la palabra libre y loadora, del verbo que fascina e instruye.
Mario Satz
Revista N. Núm. 6. Primera època. Les mil i una. Comentari d’esdeveniments al voltant de la narració. Any 2003, p. 19